La Alianza de Amor con María

El pensamiento de Alianza


El núcleo de la espiritualidad de Schoenstatt es la Alianza de Amor que Dios sella con el hombre a través de María.
La Alianza es el pensamiento central de la Historia Salvífica. Schoenstatt lo asume, actualizando el Bautismo, que es la forma en que el cristiano se insiere en la Alianza salvífica.
La fuente de la Alianza hay que encontrarla en la intercomunión de amor en el seno trinitario. La Encarnación y el Misterio Pascual de Jesucristo nos dan acceso a esa Alianza: En Cristo participamos del misterio de Dios, y lo experimentamos, especialmente a través de los sacramentos.
La Alianza de Amor que Schoenstatt sella con María nos conduce a Jesucristo: «Per Mariam ad Christum», es la proclama que se tenía en los inicios del Movimiento. Y, por Jesús, al Padre. No hay otro camino para llegar a Dios que no transite por Jesús.
Esta Alianza no se agota en la relación del hombre con Dios sino que lleva a la comunión entre los hombres y se plasma en la vida cotidiana en comportamientos de aliados*: solidaridad, honestidad, servicio, justicia, reconciliación, amor al prójimo. Es hondamente activa y renovadora.
* Capital de Gracias: Aliados a María, le ofrecemos el esfuerzo por nuestra santificación.Todo aquello que vivamos, lo dejamos en sus manos.Ella guarda todo como un tesoro, como un capital de donde saca para darnos a nosotros todo lo que necesitamos para cumplir el plan de amor de Dios en nuestras vidas. La ALianza de Amor con la Madre Tres Veces Admirable de Schönstatt se expresa en una frase: Nada sin Ti Nada sin nosotros.Es un intercambio de corazones.

Ella nada puede hacer sin nosotros, y nosotros no podemos hacer nada sin Ella. María necesita especialmente el reconocimiento de nuestro desvalimiento.Cuando nos reconocemos incapaces, Ella actúa y se manifiesta.Nosotros sólo tenemos que confiar.

María ayuda esencialmente a desarrollar  tres aspectos de la vida cristiana : los vínculos humanos;  El carácter filial (ser hijos ante Dios) ; la familia .

Ella despierta un «instinto evangélico» (Documento de Puebla, 285) para satisfacerlos:
María, hermana de los hombres e intercesora ante su Hijo, sabe anudar vínculos.

Las procesiones a lugares de peregrinación, como todas las devociones marianas, han sido convocantes.

Ella es signo de «Ecclesia»: «No se puede hablar de Iglesia si no está presente María» (Marialis Cultus, 28).
Como Madre de Jesucristo, Ella es también nuestra madre, donada en la cruz a todos los hombres.

Ella aviva el corazón filial que late en cada persona, varón o mujer. De aquí que nos ayuda a cultivar el sentimiento filial ante Dios Padre, a través de su Hijo Jesucristo.

Como mujer, Ella tiene una presencia femenina: crea ambiente familiar, despierta a la acogida, al amor y respeto por la vida. »

Es presencia sacramental de los rasgos maternales de Dios. Es una realidad tan hondamente humana y santa que suscita en los creyentes las plegarias de la ternura, del dolor y de la esperanza» (Documento de Puebla, 291)

Oración de Consagración

Oh, Señora mía

Oh, Madre mía

Yo me ofrezco todo a Ti

Y en prueba de mi filial afecto

Yo te ofrezco en éste día

mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón

En una palabra, todo mi ser

Ya que soy todo tuyo

Oh Madre de Bondad

Guárdame, Defiéndeme y Utilízame

Como instrumento y posesión Tuya

Amén.

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